CONTROL DE PARÁSITOS EN EL POTRO
Los potros son generalmente más
susceptibles a los parásitos que los caballos adultos. La exposición en éstos comienza
temprano, siendo posible la infestación de un parásito, el Strongyloides westeri, a través de la leche de la madre.
Así mismo,
otros huevos de parásito pueden estar presentes en el estiércol de la madre, por
lo que se recomienda la desparasitación de la yegua poco después de parir con
un producto eficaz contra Strongyloides sp
y contra una amplia gama de otros parásitos, lo que constituye el primer paso
para proteger al potro de una gran infestación parasitaria.
Mientras que cualquier tipo de parásito
puede afectar a su potro, en esa primera etapa de la vida los más importantes
son los áscaris, también conocidos como lombrices.
Los áscaris se aprovechan de
los sistemas inmunes inmaduros y poco competentes de los caballos menores de 18
meses de edad, pudiendo causar depresión, enfermedades respiratorias, retraso
del crecimiento, diarrea, estreñimiento y cólicos, los cuales son potencialmente
fatales. En este sentido, las larvas inmaduras de áscaris emigran a través de
los pulmones y el hígado del potro, y las grandes cargas de gusanos adultos
pueden causar obstrucción en el intestino delgado del potro, poniendo en
peligro la vida de éste.
En vista que los caballos maduran
en su segundo año de vida, a esa edad se desarrolla una respuesta inmune adecuada
contra los áscaris, disminuyendo en gran medida la amenaza por estos parásitos.
A fin de asegurar que su potro se mantenga saludable, la
mejor estrategia es desarrollar un programa regular de control de parásitos, el
cual no permita que se establezca una gran población de áscaris en su plantel
de cría. Para ello, es importante contar con una adecuada asesoría veterinaria, aplicar estrictamente los
programas sanitarios establecidos, utilizando correctamente los fármacos
desparasitantes según la edad y el peso del animal y el tipo de parásito
existente.
Así mismo, en el control parasitario de sus animales
es importante el manejo de las pasturas, mediante la rotación y la limpieza de los
potreros, la realización de exámenes coprológicos periódicos para determinar la carga parasitaria en el plantel y el control de los animales foráneos
que arriban a la finca.
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